jueves, 4 de marzo de 2010



Necesitarás un cubito de hielo por persona y algunas toallas de papel. Reúne a los chicos en grupos de tres o cuatro personas. Entrégale a los más grandes un cubito de hielo. Diles que lo sostengan en la mano y que lo derritan sobre las toallas de papel. Luego indícales que coloquen sus manos frías sobre el rostro de los otros integrantes del grupo.

Pregunta:
¿Qué sentiste cuando colocaron las manos frías sobre tu cara?
Ahora reúnanse en un círculo cerrado y siéntense en el piso dándole la espalda a la persona que tienen frente a ustedes.

Díle a los jóvenes que comiencen a masajear la espalda de la otra persona. Recrea con música y luego de unos minutos diles que cambien posiciones.

Pregunta:

¿Qué te gustó más? ¿Las manos frías o el masaje? Descríbelo.
¿Qué semejanza hay entre compartir afecto y los masajes de espalda?
¿De qué manera puedes relacionar la crueldad con las manos frías que tocaron tu rostro?

Comenta:

Jesús es bondadoso. Tratemos de imitarlo.

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